No es un fracaso

Morir de una enfermedad incurable, no es un fracaso. Hacerlo con sufrimiento si lo es. Hoy he atendido a la hija de un paciente moribundo en la puerta de su casa, a dos metros de ella, con doble mascarilla, doble guante y gafas. Era todo tan irreal…… Ella lloraba desolada y yo solo contaba con mi presencia, y mi voz para aliviarla. No podía ver mi cara en actitud de acogida tras la mascarilla, ni mi mirada atenta tras las gafas. Un abrazo, solo un abrazo hubiera bastado, y no se lo puede dar. “Date por achuchada”, le dije, entonces me sonrió de forma cálida y nos despedimos. Y así volví al coche, derrotado, contento por haber estado, triste, por no haber podido cruzar ese muro invisible de dos metros de ancho que nos separaba. Esta tarde volverán los aplausos, conscientes de que solo nos protegerán el alma, los discursos vacíos, ni eso.